El mundo de la ciencia en estos últimos tiempos ha ampliado el campo médico de manera insospechada. Sobre todo, la genética humana se ha estado estudiando incansablemente y con muy buenos frutos, ya que han permitido sacar conclusiones favorables sobre la morfología humana y, aun más extraño, sobre el comportamiento de las personas.
En este caso, recientes estudios han demostrado que existe una conexión genética entre este componente humano (el ADN) y la impulsividad, entre los que se cuentan reacciones como la agresión, la violencia, las tendencias suicidas reiteradas, entre otras. Y en esta conexión genética, un factor clave en el desarrollo de estas conductas impulsivas es la ingesta de alcohol.
En la investigación que permitió obtener estos resultados se estudió el ADN de unos 96 delincuentes sumamente violentos de Finlandia, que contaban con cargos por violación, homicidio, asesinatos o intentos de, incendios provocados a propósito, agresiones y ataques. Luego de un análisis se observó que todos presentaban una mutación en el gen HTR2B, encargado de receptar la serotonina, molécula que tiene que ver con los cambios de humor, la temperatura corporal, el sueño, el apetito, el vómito y, por supuesto, la agresividad.
Esta mutación sola no alcanza para generar impulsos agresivos como los de estos delincuentes. Para eso, y como con estos sucedió, la ingesta de alcohol tenía un papel fundamental al inhibir el control que se tiene sobre uno. Este descubrimiento servirá para desarrollar nuevas terapias enfocadas exclusivamente a la inhibición de lo impulsivo y la agresividad. Como se decía anteriormente, el mundo de la medicina y la genética nunca van a dejar de sorprendernos.
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